El Celler de la Puntaire hoy es un sueño, mañana será una realidad.
Hemos elegido dar este nombre a nuestro sueño, a nuestro proyecto por razones sentimentales. Queremos crear un lugar a donde volver. Parecido a esa casa real o imaginaria de nuestra infancia, cálida y confortable, familiar y segura, el lugar donde alguien siempre nos espera, donde cuidarán de nosotros.
Pero también un lugar estimulante y refrescante, un lugar donde nos informen y nos dén algo más que alimentos y emociones.
Un lugar donde despertarnos del largo sueño en el que hemos caído todos inexorablemente y lentamente, a partir de ese día en el que tuvimos que alejarnos de la tierra y del mar para sobrevivir.
En el mundo de la alimentación y de la gastronomía son tiempos de difícil definición.
Son los tiempos de la emoción.
Emoción que aturde, que te entra por la boca (muchas veces deliciosamente, hay que decirlo) y acaba en el bolsillo (vaciándolo). Emoción elitista, exclusiva.
Tiempos en los que nos proponen comer y beber para vivir nuevas sensaciones, tiempos en los que el comensal no tiene porqué saber lo que hay en el plato: tiene que fiarse y dejarse llevar por sus sentidos a través de una nueva, maravillosa experiencia.
Pero son los tiempos de la responsabilidad.
Se habla mucho de consumo responsable. Son tiempos en los que parece ser un deber, una prioridad y un derecho alimentarnos de forma sana y responsable . Pero la única solución que se nos ofrece es gastar más dinero. Allá van muchos alimentos sí ecológicos pero caros. Tienen que serlo? Pueden dejar de serlo?
Cuantos nos preocupamos seriamente de lo que comemos? De donde viene, cuanto ha viajado, de que está hecho y como, por quien (o quienes) ha sido manipulado ese bocado que nos metemos en la boca? Cuantos nos preocupamos seriamente de donde acaba ese dinero que tan velozmente sale de nuestra cartera cuando compramos comida y bebidas para nuestras familias? Mejor no saberlo: no tenemos tiempo.
Son los tiempos de la rapidez.
Habría que poder parar un momento y buscar una solución, pero no hay tiempo y cuando hay tiempo no hay energía. Estamos siempre cansados y si no lo estamos es porqué tenemos tanta prisa que ya no sabemos como estamos.
Y cuando no se tiene tiempo se necesita mas dinero.
El dinero che compra la velocidad pero no compra el tiempo, compra el aturdimiento pero no compra las emociones, compra marcas pero no compra calidad.
No tengo tiempo de elegir lo que como y lo que bebo. Pagaré a alguien que elegirá por mi. Mi asistenta, los anuncios de la tele, ese lugar del escaparate del súper tan fácil de alcanzar. Da igual.
Son tiempos difíciles en los que no nos fiamos de nadie pero estamos obligados en dejar en manos ajenas la responsabilidad de nutrirnos, curarnos, cuidar de nuestros hijos, de nuestros viejos, divertirnos y hasta emocionarnos.
" El comensal industrial es, de hecho, uno que no sabe que comer es un acto agrícola, que ya no sabe o imagina las conexiones entre el comer y el terruño, y quien es por lo tanto necesariamente pasivo y acrítico... Todavía recordamos (a veces) que no podemos ser libres si nuestras mentes y voces están controladas por otro. Pero no hemos llegado a entender que no podemos ser libres si nuestro alimento y sus fuentes son controlados por otro. La condición del consumidor de alimentos pasivo no es una condición democrática. Una razón para comer de manera responsable es para vivir en libertad."
- Wendell Berry
No es fácil ofrecer soluciones, pero buscarlas ya es una gran cosa. Gracias a todos los que se están esforzando.
sábado, 6 de diciembre de 2008
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